Mis estimadísimos carnales, cómo andan? Me extrañaron? La neta yo tampoco. Pero basta de andar de flojonazos y mejor saquemos contenido porque las chelas no las regala el Don de la tiendita de la esquina.
Pues este día nos llegó una queja que va directamente a la Secretaría de Seguridad Pública de Hidalgo, o mejor conocida como la SSPH, pa’ abreviar.
Pues resulta que un camarada salió el dominguito por la mañana a comprar algunos insumos para sobrellevar la crudelia que traía encima. Al dar la vuelta en la esquina de su chante, se topó con un retén que realizaban elementos de la corporación de seguridad.
El ilustre compañero pasó de largo percatándose de que andaban interrogando a un vato que iba en su moto… motocicleta, para que no se me confundan. Bueno, pues al pasar a lado de ellos, escuchó clarito que lo llamaron. Volteó para ver qué pasaba y que lo comienza a interrogar uno de los guardianes del orden.
Pues el compañero nos dice que el oficial en cuestión le explicó que se estaba realizando un operativo en dicha zona quesque por un supuesto pedido que realizó el delegado de aquella demarcación. Delegado que, nos cuentan, nomás lo han de conocer en su casa, pues nadie o casi nadie sabe quién sea. Ya ven que varios se adueñan de las colonias nomás para ver qué sacan de los municipios, pero eso es otra historia.
La cuestión es que el oficial le explicó que, según dicha petición, se tenía que revisar a todo aquel que anduviera paseando en motocicleta o caminando por la calle. Esto para tratar de inhibir los asaltos a los transeúntes. Desde ahí como que no me latió la discriminación, porque al parecer, cualquiera puede ser sospechoso, menos los que andan en sus lujosos automóviles. En fin, cuestiones del susodicho delegado.
Total que el elemento encargado de la seguridad ciudadana, le comentó al compa que tenía que pasarle báscula y que lo tendría que remitir en el caso de que se le encontrara cualquier tipo de arma, alguna sustancia ilegal o hasta algún medicamento si no llevaba su receta correspondiente. (Charros, ya no se pueden enfermar en ese sector, mis carnales!)
Con la debida advertencia, el camarada fue conminado a sacar todas sus pertenencias y ponerlas encima de la patrulla, una camioneta pues, de esas que usan los de la SSPH. El vato sacó sus 30 pesitos que llevaba consigo y los colocó donde le indicaron. También sacó su teléfono celular y fue colocado frente a su salario dominical.
Posteriormente uno de los oficiales procedió a pasarle báscula mientras le preguntaba a dónde iba y cuál era el propósito de su salida, a lo que el compañero contestó «pues voy aquí adelantito por unas dos guajolotas»
No nos dicen, pero seguro estoy que los guardianes del orden por dentro de cagaban de risa, una por sus raquíticos 30 varos, otra por su celular con pantalla estrellada, y la otra porque seguro ni le iba a alcanzar para las guajolotas.
Después de que no le encontraron nada ilegal, lo dejaron por fin ir a reactivar la economía local.
Podríamos decir que hasta aquí todo muy dentro de lo normal. El problema radica en que dos de los cuatro elementos que iban en la patrulla, no contaban con su respectivo cubrebocas el cual deberían portar al acercarse a cualquier ciudadano, porque hay que recordar que el uso del cubrebocas y la sana distancia, es una de las medidas básicas para tratar de contener los contagios por Covid-19.
Así que ojalá se pongan las pilas los mandamás de la SSPH para que instruyan a sus elementos a llevar a cabo estas medidas básicas de bioseguridad. Porque como decía mi abuelita, no hagas cosas buenas que parezcan malas… o era al revés? Discúlpame abuelita!
Pues nos despedimos, mis carnales, no sin antes recordarles que recibo sus mentadas en Twitter. Ahí me encuentran como @repornaco o si gustan mandar alguna recomendación, me la pueden hacer llegar a repornaco@gmail.com
Nos leemos la próxima carnales!
*Fotos tomadas de la cuenta oficial de Twitter del Secretario de Seguridad Pública de Hidalgo para fin ilustrativo.